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Impulsado por el calentamiento global, el huracán Florence amenaza a las Carolinas

Como era de esperar, el primer huracán atlántico de la temporada es una bomba. Las comunidades costeras de Carolina del Norte y del Sur se enfrentan a la posibilidad de sufrir graves daños en viviendas, empresas e infraestructuras, especialmente en la red eléctrica. La agricultura del interior, en gran parte dedicada a las operaciones concentradas de alimentación de animales (granjas industriales), también puede resultar dañada, y las comunidades vecinas junto con ellas. El estado tiene casi 7.000 granjas de cerdos y pollos, la mayor parte de ellas al norte de Wilmington, cerca de donde se espera que el huracán toque tierra. Es probable que los estanques de excrementos de los animales se vean desbordados por el volumen de las lluvias y que los residuos se extiendan por una amplia zona.

Hace seis años, los legisladores republicanos de Carolina del Norte aprobaron una ley que prohibía a los funcionarios del estado utilizar las previsiones sobre el cambio climático para cualquier decisión sobre la costa u otro tipo de desarrollo. La medida se tomó a pesar de que las investigaciones indicaban que el aumento del nivel del mar se estaba acelerando en el sudeste de EE.UU. De hecho, los científicos del clima llevan años advirtiendo al público y a los políticos de que la subida del mar, el aumento de la temperatura de los océanos y los cambios en la humedad atmosférica son una receta para que los huracanes sean más grandes, más fuertes y más húmedos.

Además, la disminución de los vientos de dirección atmosféricos, resultado de las mayores temperaturas en los polos, significa que los huracanes y otras grandes tormentas permanecen más tiempo sobre determinadas zonas, dejando caer más lluvia. El diluvio del año pasado de 60 pulgadas de lluvia del huracán Harvey (registrado cerca de Port Arthur, Texas) fue un claro ejemplo del fenómeno. Puede haber sido el mayor evento de lluvia en la historia de la humanidad. Pero, advierten los científicos, es un fenómeno que probablemente se repita.

Con suerte, el huracán Florence puede debilitarse o sus lluvias resultan ser menores de lo previsto. Pero depender de la suerte para salvar del desastre a las regiones costeras e interiores cercanas no es una política pública acertada. Lo que se necesita es mitigar el desastre, incluyendo la restauración de los humedales costeros, y una acción concertada para detener la liberación de gases de calentamiento global, principalmente CO2 y metano. Sin esas medidas, nos enfrentamos a un siglo de Florences y cosas peores.

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Anthropocene Alliance ayuda a las comunidades perjudicadas por el cambio climático y los abusos medioambientales. Lo hacemos ayudando a los grupos de base de los supervivientes de las inundaciones a organizarse mejor y a ser escuchados. También lo hacemos alentando a los grupos veganos a hacerse oír y ser más activistas. La agricultura animal es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero en el mundo, y una fuente de inmenso sufrimiento para miles de millones de animales.

Stephen F. Eisenman

Stephen F. Eisenman

El Dr. Eisenman es profesor de Historia del Arte en la Universidad de Northwestern, escritor, crítico y comisario con numerosas publicaciones, y activista que ha hecho campaña contra el cambio climático, la tortura sancionada por Estados Unidos, el aislamiento de larga duración y el maltrato animal. Más de Stephen en Counterpunch.org.

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