Justice on Chapel Hill (JCH) se fundó para abordar los problemas medioambientales y de salud causados por la contaminación de la industria pesada en el sur del condado de DeKalb, GA. Durante más de 30 años, más de 3.000 millones de galones de residuos industriales tóxicos y sin tratar han circulado por la comunidad a través de tuberías de alcantarillado defectuosas, sin apenas supervisión. Al servicio de la comunidad predominantemente negra de DeKalb y de sus recursos naturales, incluido el South River, JCH trabaja para exigir responsabilidades a quienes contaminan, así como a quienes hacen la vista gorda ante verdades incómodas. El grupo de base exige una supervisión El grupo de base exige una supervisión estatal y federal más agresiva para hacer cumplir los procesos y operaciones de alcantarillado adecuados y la reparación o sustitución de las infraestructuras inadecuadas de alcantarillado y residuos industriales. Además, exigen la limpieza de todos los vertederos de residuos tóxicos y una ayuda inmediata para los residentes adyacentes a los lugares de riesgo, incluido el pago de indemnizaciones por daños y perjuicios. Para residentes como Clarence E. Williams, la injusticia medioambiental es evidente. "Esto nunca habría ocurrido en Dunwoody o Brookhaven, pero ocurre repetidamente en el sur del condado de DeKalb/Georgia".
Lo que comenzó en 2019 como un pequeño grupo de vecinos preocupados - abrumados por los olores penetrantes, las enfermedades inexplicables y los buitres volando en círculos sobre sus cabezas - JCH se ha convertido en una organización sin fines de lucro de más de 280 miembros, para exigir a los gobiernos federal y estatal que "resuelvan la violación continua de nuestros derechos por parte del Condado de DeKalb." Ellos trabajan con el Centro de Investigación Hércules de Emory para estudiar las repercusiones en la salud medioambiental de su proximidad a la planta de tratamiento de aguas de Snapfinger Creek, el vertedero de Seminole y una línea de alcantarillado industrial defectuosa que ha filtrado toxinas al suelo y al aire. Tras presentar una queja federal ante la EPA y dos quejas ante el Congreso, llevaron sus conclusiones a los comisionados del condado de DeKalb, que desoyeron y menospreciaron sus preocupaciones. Sin inmutarse, JCH se asoció con la organización Thriving Earth Exchange para investigar el deterioro de las condiciones sanitarias de la zona. Los residentes utilizan la aplicación Smell My City para anotar el lugar exacto, la hora y la intensidad de los olores que perciben en su barrio. Además, están creando un documental, "The South DeKalb County Toxic Plague" (La plaga tóxica del sur del condado de DeKalb), que incluye imágenes de drones sobre el vertedero, resultados de pruebas de PFAS en la zona y entrevistas con residentes y científicos, todo ello con la intención de empoderar a la comunidad para que abogue por el cambio y reclame la atención de los responsables políticos.
Los buitres, atraídos por las emisiones de metano del vertedero y los gases tóxicos de las alcantarillas, viven en la zona, sobrevolando constantemente las casas, posándose en los tejados y destruyendo propiedades.